¡VOLAR!: SER LIBRES DE LA TRAMPA DEL NARCISISTA

- ¡Voy a volar!

Una joven proclama su decisión de romper las ataduras que le han impedido construir su vida. Sus Padres son sordos, y se han apoyado en ella para vivir. Ella les quiere, pero reivindica con su gesto el derecho que tiene a buscar su camino, y por eso se marcha, vuela

Porque ningún ser humano debe vivir para otro ser humano.

Porque las dependencias tóxicas ahogan el corazón y son contrarias a nuestra dignidad. Vivimos con los demás, caminamos juntos, crecemos, nos apoyamos mutuamente, pero no vivimos el uno para el otro.

Mi vida me pertenece, tú vida te pertenece, y cada uno es responsable de sí mismo. El narcisista tendrá que cargar con su trastorno y lidiar con las consecuencias de sus actos, lo quiera o no, aunque él vive en una permanente huida de la realidad. Allá él, ese es su problema, y ni tú ni nadie se lo va a resolver.

De tu vida, por lo pronto, te encargas tú, siéntete responsable de ti mismo, esa es la otra cara de volar, de ser libre: la responsabilidad de asumir cada uno su historia, sin ataduras ni apegos tóxicos.

No quieras supeditar tu bienestar emocional y psicológico, el logro de tu felicidad, en ninguna persona, eso te haría dependiente de ella, te convertiría casi en su esclavo. Amar y ser amado, ¡nada mejor que esto!, pero con reciprocidad, respetando tus límites, tu dignidad.

Porque yo soy persona y tú eres persona. Sólo desde un tú, solido y bien definido, puedes encontrar tu verdadero yo, y puede nacer el nosotros,... el del amor, el de la amistad.   

El narcisista ha negado sistemáticamente tu autonomía, te ha visto como una extensión de sí mismo, ha invalidado y desconocido tus necesidades, deseos y sentimientos, te ha tratado como un objeto.

Él te ha manipulado y condicionado para que creas que lo necesitas, que dependes de él y ha convertido esa necesidad, esa dependencia, inducida por el abuso, en una trampa mortal.

Él ha disfrazado todo su odio y toda su envidia, precisamente, en esa trampa, la trampa del vínculo traumático.

Hasta que, después de muchos intentos y fracasos, rompes los barrotes de su jaula y escapas de sus garras.

Y con esta canción evocamos esa feliz experiencia, la hora feliz de tu libertad:  

Je vole, je vole!

Sí, adiós, narcisista, adiós

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