Aprovecho estos días de la Navidad para poner orden en mis
apuntes. El atardecer tiñe de naranja mi mesa de trabajo.
Antes de mi experiencia con mi "amigo" narcisista, la palabra narcisismo evocaba para mí la exagerada atención en sí mismos propia, por ejemplo, de muchos
adolescentes, o de algunas personas como artistas, fisiculturistas, modelos,
etc.
Pensaba que era un rasgo más de ciertas personalidades, y un
signo de nuestro tiempo, pero no estaba consciente de la gravedad de este
trastorno ni de sus consecuencias para la salud mental del sujeto que lo
padece.
De hecho, pensaba, y lo sigo pensando, que vivimos en una
sociedad que promueve el florecimiento de personalidades narcisistas: culto a
la fama, al éxito, a la imagen de uno mismo que se proyecta en las redes
sociales, al individualismo, etc.
Este es el caldo de cultivo.
En todo caso, para entender al narcisista, debemos comenzar
por saber qué es el narcisismo.
El narcisismo es el amor que el sujeto dirige hacía sí mismo
tomándose como objeto de deseo. Como en el mito de Narciso, es el enamoramiento
hacia la propia imagen que se refleja en el espejo del estanque.
Algunos estudiosos hablan de un narcisismo primario, de
carácter transitorio, cuando el niño todavía no diferencia claramente su ser de
los objetos del mundo exterior, y es él su propio y exclusivo objeto de amor.
Niños narcisistas serían aquellos que se rebelan ante la
elección de objetos externos y sacan provecho de esta situación compadeciéndose
a sí mismos y reclamando más atención. Es el estado de “omnipotencia infantil”.
El paso de un “ego” infantil, manifiestamente egoísta y
centrado totalmente en sí mismo, a un “yo” capaz de reconocer la existencia de
un “tú” diferenciado, y por tanto capaz de amar y de ser amado, marca la
superación de este narcisismo primitivo.
Cuando por diversas causas, básicamente de carácter traumático, este estadio de amor exclusivo
hacia sí mismo, hacia la autoimagen que se proyecta en los otros, propio de
la primera infancia, no sólo no se supera sino que se convierte en una fijación
extrema y patológica, hablamos de narcisismo secundario.
Este estado, que abarca un amplio espectro según cada caso, puede
derivar en un trastorno de la personalidad narcisista: el sujeto aparece
auto-absorbido en su propio ego, desconociendo las necesidades y sentimientos
de los demás, y demandando en forma excesiva atención y reconocimiento.
Esta patología indicaría, aunque en forma disfrazada, sentimientos
de muy baja autoestima e inseguridad.
El “yo” real, la base del “autoconcepto” que define a cada
persona, ha sido sustituido por una imagen idealizada de sí mismo, una fachada
que se proyecta ante los demás como si estos fueran espejos. El narcisista está
enamorado de esa imagen que nosotros reflejamos de él.
Delante del narcisista no somos un "tú" diferenciado, sino extensiones de sí mismo, meros espejos que reflejan su imagen.
Es importante recalcar que todos los sentimientos que
expresan vulnerabilidad han sido negados y reprimidos. Sólo un “yo”
diferenciado es capaz de sentir y de amar, de crear vínculos afectivos con un "tú".
Una imagen no tiene sentimientos, sólo es una máscara.
En lo más profundo de su ser, el narcisista arrastra una
crisis de identidad que hunde sus raíces en la infancia. En realidad no sabe quién es. Inseguridad, vacío, tristeza,
y una sensación de inadecuación de vez en cuando afloran a su conciencia, aunque muy pocas veces hable de ello.
En el fondo sabe que su imagen no es real, sólo es una ficción, y por eso se odia,
y proyecta ese odio en los otros.
Escribo estas cosas, y evoco muchas conversaciones que tuve
con mi "amigo" narcisista. Y comienzo a entender.
@libresdelnarcisista
Aclara ideas no sabía que pudiera ser así un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, antes de verse uno envuelto con una persona narcisista solemos tener una idea muy vaga sobre el tema, pero cuando lo enfrentas en la realidad todo cambia. Un saludo
EliminarGracias por tu blog! Me paso igual... Yo conocí el narcisismo como "rasgo" de ciertas personalidades... Pero no imagine que podría ser algo tan patológico y tan peligroso para la salud mental nuestra. El mio además de crisis de identidad, tenía conflicto interno sexual.que no sabía ni que quería y me hizo pagar sus platos rotos...
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario, en realidad es un trastorno mental en toda regla, y eso lo descubrimos realmente cuando nos relacionamos con estas personas. Un saludo
Eliminar