¿REZAR POR EL NARCISISTA?: el testimonio de un creyente

"¿Vale la pena rezar por el narcisista? La Biblia dice que Dios lo puede todo, que la fe mueve montañas ¿por qué no puede cambiarlo a él? Llevo tantos años orando por esto ¿por qué Dios no me escucha? ¿Y si Dios me pidiera el sacrificio de permanecer a su lado para salvarlo?"

Estas, y otras preguntas, están en el corazón de muchas víctimas que son creyentes. Son personas bondadosas, que creen en Dios, atrapadas, a veces durante años y años, en una relación abusiva.

Es más, estoy convencido que en no pocas ocasiones el abusador narcisista se aprovecha de sus valores, para enquistarse en sus vidas y vampirizarlas por completo.

Conozco bien de cerca el tema porque soy cristiano. Estoy consciente que no todos los lectores del blog comparten mi experiencia de fe, a ellos les pido comprensión y tolerancia. En este punto, como en todo, debe prevalecer el respeto mutuo.

He decidido escribir sobre esto con la esperanza de que mi reflexión sirva de ayuda, sobre todo, a personas creyentes que han vivido, o viven, una relación abusiva con un narcisista, y se enfrentan a algunos interrogantes que nacen de su fe.    

Comencemos.

Amigo, amiga, rezas fervorosamente por el narcisista que está en tu vida, noche tras noche oras por él y, aparentemente, nada cambia, él sigue siendo la misma persona abusadora y perversa de siempre ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué Dios no te escucha? ¿Será que te falta fe o que debes orar más?

No se trata de eso.

Dios ha dotado al ser humano con el don precioso de la libertad. No somos marionetas. La gracia es siempre una oferta que se nos hace, pero tenemos que aceptarla, abrir la puerta. Dios respeta escrupulosamente nuestras decisiones. En el caso del narcisista, estamos ante una persona que a pesar de su grave trastorno sigue siendo, esencialmente, libre.

Es cierto que no conoce otra cosa, que su patrón de comportamiento narcisista es su forma de sobrevivir. En ese sentido, como he explicado otras veces, ellos son las principales víctimas de su propio trastorno. Pero no es un psicótico, él sigue siendo libre, sabe lo que hace, puede elegir no abusar, sabe distinguir perfectamente el bien del mal, está consciente que su comportamiento acarrea daño y destrucción en otros, y aún así, decide hacerlo. 

Dios respeta su libertad.

Él no quiere cambiar de ninguna manera. Ni siquiera acepta que tiene un problema.

Estas orando por alguien que, lamentablemente, se alimenta de las reacciones emocionales, positivas y negativas, que provoca en otros. Halla satisfacción en ello, porque le hacen sentir con poder y en control. 

Dios, ciertamente, lo puede todo, pero en ningún caso va a intervenir en contra de su libertad. Por más que ores y supliques, él seguirá siendo un narcisista, básicamente, porque él no desea ser otra cosa.

Él se siente superior siendo tal y cómo es, abusivo, adicto al poder y al control, y Dios, por más que pidas, respeta su decisión.

Además, pese a que algunos narcisistas mantienen una imagen externa de buenas personas, incluso pueden ser hasta religiosos, interiormente rezuman odio, el sufrimiento que han causado ha endurecido de tal manera su corazón, que les es realmente difícil abrir la puerta y quitarse esa coraza de maldad. Están sumergidos en el abismo de una gran oscuridad, la del odio a los demás y a si mismos. 

Ese odio, ese rechazo al amor, constituye un gran obstáculo. 

Se trata de realidades espirituales.

El mal que hacemos tiene efectos en nosotros, nos envilece, oscurece nuestra conciencia, por decirlo de alguna manera, nos demoniza. Si una persona vive en la mentira, en el odio, destruye el bien que hay en otros, expolia sus recursos, los difama, cosifica y manipula, se siente superior, y se regodea en el daño que causa, es ingenuo creer que ello no tenga consecuencias a la hora de plantearse la fe o un cambio de vida.

Es por eso que por más que pidas, por más que ruegues, el narcisista ni se plantea cambiar. Él rechaza de plano todos los valores humanamente positivos: el amor, la verdad, la humildad, la compasión, el perdón, etc., pues los relaciona con debilidad, con una pérdida de poder y de control, son un atentado contra la idea inflada y perfecta que tiene de sí mismo, además no lo sienten, le son ajenos, y por eso los rechaza.

Por supuesto, eso no significa que dejes de orar por él. Nosotros confiamos en un Padre lleno de amor que no excluye absolutamente a nadie de su gran misericordia.  Desconocemos por completo los caminos de su gracia para con cada ser humano, pero siempre será él, el narcisista, quien decida libremente aceptar o no ese amor que puede salvarlo y sanar su vida.

Cuando rezas por el narcisista, la primera gran bendición la recibes tú mismo, orar es un acto de fe y de generosidad que trae paz y aviva tu esperanza. A través de la plegaria, recibes luz y fortaleza para comprender lo que vives, y la guía que necesitas para actuar con prudencia y sabiduría frente a esta persona trastornada. 

Hay víctimas que piensan, ingenuamente, que Dios ha puesto en su camino al narcisista para que lo ayuden y le den testimonio del amor cristiano. Soportan el abuso pensando que esa es su misión, lo que las lleva a desarrollar algunos comportamientos claramente codependientes.

Hasta que abren los ojos y se dan cuenta de su error: El amor verdadero, el amor empático, no tiene nada que ver con la codependencia.

Dios si les pide ser amables y generosas con los demás, pero no codependientes. La diferencia es importante. Jesús nunca se comporta de manera codependiente, no busca desesperadamente agradar a otros para que permanezcan con él, no se deja manipular ni controlar por nadie, es amable, empático, servicial, humilde, pero profundamente libre y asertivo. Su única atadura es su amor incondicional al Padre. Ese es el modelo a seguir.

El narcisista entrena y manipula a su víctima para que le sirva y asista en sus necesidades, al mismo tiempo que la maltrata y la veja como si fuera un ser inferior. Eso no tiene nada que ver con el amor, eso es lo más parecido a la esclavitud, y es un atentado contra la dignidad humana. El amor verdadero exige respeto de la libertad del otro, reciprocidad, entrega, diálogo, etc. 

La víctima debe comprender que no tiene ninguna misión que cumplir con esta persona tóxica, que se ha aprovechado de sus valores, de su empatía, para manipularla y explotarla.

Entender, además, que no es voluntad de Dios que permanezca en una relación abusiva que lesiona su autoestima y atenta contra su integridad emocional y psicológica. Dios, que la ama entrañablemente, la invita a recuperar lo más sagrado que le ha dado: su dignidad como ser humano.

Así que en coherencia con su fe cristiana, debe decretar el Contacto 0 y recuperar su libertad. Igual que los esclavos hebreos cuando escaparon de la esclavitud de Egipto, y conquistaron la tierra prometida.

Ha de descubrir que Dios rechaza toda forma de esclavitud entre los seres humanos. La dinámica relacional con un narcisista es similar a la que se da entre un amo y un esclavo.

Amigo, amiga, creyente, aunque estés casado o casada con un narcisista, y tengas hijos en común con el abusador, no tienes por qué soportar una relación tan devastadora y abusiva como la que te ha atado con un narcisista. Estás ante una situación límite y claramente destructiva. En la mayoría de los casos, ni siquiera se han dado las condiciones mínimas necesarias, para que exista un vínculo matrimonial en cuanto tal.

Un matrimonio para que sea válido requiere ciertos requisitos. Muchas víctimas de los narcisistas se casaron prácticamente engañadas, con una persona que resultó ser totalmente diferente a la que conocieron en el noviazgo. No es extraño que se sientan defraudadas, se enamoraron de alguien que no existía. Algunas han invertido años y años intentando salvar una relación abusiva que resultó ser una trampa.

Pues bien, si es ese tu caso, tengas la edad que tengas, es tiempo ya de salir de las garras de tu depredador. Tienes el derecho de recuperar tu vida, de decretar el Contacto 0 y de comenzar de nuevo. Si es necesario, busca ayuda.

No lo olvides: Dios quiere por encima de todo el bien para tu vida, que recuperes tu dignidad, y te motiva y empuja para que luches por ello.

Por eso, si una relación te destruye y esclaviza, si hiere tu autoestima, tienes el deber moral de defenderte y de romper totalmente con esa persona decretando el Contacto 0. 

No tienes ninguna misión que cumplir con el narcisista, y mucho menos si compromete tu dignidad y tu salud emocional y psicológica, cada uno es responsable de su propia vida, tú de la tuya y el narcisista de la suya. Él tendrá que asumir, en algún momento, las consecuencias de las decisiones que toma a lo largo de su existencia.

Amigo, amiga, la oración es fuente de consuelo y de verdadera libertad, ora para que Dios vaya rompiendo esas cadenas que te han mantenido atado o atada a esta persona trastornada, que sane las heridas que te ha causado la relación abusiva que has vivido. Sea cual sea tu situación, no desesperes nunca, ora, y Dios te asistirá y luchará por ti.

Un abrazo, y muchas bendiciones.

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