LA RECUPERACIÓN DEL ABUSO NARCISISTA: Volver a la lectura

Comienza la primavera.

Amo los buenos libros, la lectura ha sido a lo largo de mi vida un gran consuelo, una medicina. Crecí al amparo de lectores furibundos e impenitentes. Ellos me transmitieron el mito de que todo está en los libros.

La experiencia devastadora del abuso hace que el ánimo y la atención de muchas víctimas se concentren en el asunto del narcisismo. Han leído todo lo que han podido sobre el tema. Ello ha sido fundamental en su camino de recuperación. Necesitaban comprender.

Aprender sobre el trastorno narcisista es una cuestión de supervivencia.

Pero hay un tiempo para todo. Si siempre están leyendo sobre lo mismo, viendo vídeos sobre lo mismo, y recopilando información sobre lo mismo, sus mentes girarán en torno a lo mismo: el narcisista.

Así que, sin abandonar su aprendizaje sobre el narcisismo, les invito a volver a la lectura, recuperar el hábito de leer por el simple placer de hacerlo,… sumergirse en una buena historia y desconectarse por un rato del mundo de la vida.

Volver a una lectura sabrosa y desinteresada, a un leer por leer, ajenos al narcisista y su tinglado, oxigenará nuestras mentes y nos ayudará a recuperarnos.  

Por eso,... ¡Volvamos a la lectura, amigos y amigas!

Porque leer es re-conectar con otros itinerarios existenciales y salir del laberinto asfixiante del narcisista

Es aprovisionar el corazón de ideas e historias, de personajes y escenarios, acrecentando el horizonte vital, más allá de las cuatro calles de mi barrio, del bar de la esquina, de la estación del Metro, de la oficina o de la universidad.

Más allá de los límites del tiempo y del espacio, los apriori kantianos, en ese "inframundo" que discurre por la escalera de los párrafos, en paralelo a la existencia.

Más allá de la historia vampírica del narcisista, donde hay otras galaxias, otros personajes, y un sinfín de puertas por abrir. 

Leer es recuperar el poder para nombrar el mundo, es hacer acopio de palabras, con ellas pongo nombres a las cosas y creo otras, con ellas se despierta mi conciencia y entro en diálogo con las grandes cuestiones que se debaten en el espíritu humano.

Las grandes cuestiones: el amor y el desamor, el bien y el mal, la muerte y la inmortalidad, la verdad y la mentira, el llanto y la risa, la justicia y la injusticia, los amigos y los enemigos,... la tierra, el destierro, las ambiciones, la locura, Dios.

Leer es encontrarse y encontrarnos, salir de nuestro aislamiento, mantener una conversación con una mente lúcida, de esta época o de hace 200 años.

Es construir experiencias de sentido a través de otras vidas que se buscan, es descubrir significados en el laberinto de sus enigmas y acertijos. 

Leer es vencer el desconcierto y encender una lampara. 

Es descifrar alegorías y encontrar el ethos moral (la sabiduría que edifica)

Asistimos, lo sé, al invierno de las humanidades, padecemos el triunfo de la vana elocuencia de los ególatras, el empachamiento de los que cultivan una ciencia fofa, que hincha, aferrada a lo aparente, insípida y vacía como la imagen rutilante de los narcisos en el espejo.

No claudiquemos, hermanos, hagamos de la lectura una forma de resistencia, un medio ascético para curar las heridas del corazón, re-sintonizar con nuestras emociones, re-pensar la vida, y reconstruir nuestra humanidad después del sacudón del huracán narcisista, su paso depredador por nuestra existencia.

Además, ya estamos en primavera: 

"Pues mira, ha pasado el invierno, ha cesado la lluvia y se ha ido. Han aparecido las flores en la tierra; ha llegado el tiempo de la poda, y se oye la voz de la tórtola en nuestra tierra.…" (Ct. 2, 11-12)

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